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Mensaje del P. Jesús Fernández para el XLIº Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística


Roma, 18 de diciembre de 2021

Estimado público:

Si queremos saber con precisión lo que es poesía mística, debemos tener en cuenta, primeramente, lo que es, en realidad, la poesía. Esta, en opinión de Fernando Rielo, nace con el hombre. No ha habido suceso alguno que no haya merecido el mausoleo de un poema. Nos asegura que “débese esta grandeza del lenguaje a que la poesía recrea lo que no puede hacer la ciencia: el doliente pensamiento de una criatura humana que no logra descifrar el misterio de sí misma”[1]. La poesía está en el interior del ser humano, pero “se hace poema cuando los múltiples recursos de una lengua se ponen en función de las escogidas imágenes estéticas que evocan la verdad, la bondad y la belleza del llanto del amor”[2].

Si me refiero a la poesía actual, estoy de acuerdo con Fernando Rielo en que muchos poetas han hecho seguidismo del llamado “pensamiento débil”. Este premio mundial de poesía mística, en sus 41 años de existencia, ha tenido la misión de hacer frente a una “poesía débil”, que ha estado huyendo del natural esfuerzo y de la exigencia interior de inspiración. “La inspiración —venía a decir Federico García Lorca— está bien, pero realmente más te vale que te pille trabajando”. Suyas son las palabras textuales: “Si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios, también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo”[3].

Pienso que hemos logrado que muchos poetas, más de 10.000 participantes, en estos 41 años, se hayan puesto en camino hacia esa “poesía fuerte” que es la poesía de los grandes: “una poesía que es profecía, confesión, exigencia y testimonio; una poesía que es toda ella alabanza reflejada en la experiencia de júbilo por lo divino”[4]. Esta experiencia de júbilo es la que viene reflejada en el poema cuando ha pasado por el dolor del amor: “Sí, poeta: el amor y el dolor son tu reino”, llega a decir el Premio Nobel, Vicente Aleixandre, en su libro Sombra del Paraíso.

“Hay poetas —afirmará el creador de este Premio— que saben potenciar su visión, su experiencia de lo divino, y hay poetas que se dedican a reducir o anular esta connatural o genética visión proyectando su negatividad en el esteticismo del lenguaje, en el gusto por lo fragmentario y lo efímero, en el sensorialismo afectivo o en la intensidad informe de lo instintivo. Afirmo, frente a este clima de antipoesía, que quien es capaz del esfuerzo de la generosidad, quien es capaz de la exigencia de ser sensible a la unidad, a la verdad, a la bondad y a la belleza, no puede ser ateo. Afirmo, por ello, en uno de mis proverbios de Transfiguración que “El ateísmo es pensamiento / que huye del esfuerzo”»[5].

Gabriela Mistral, en su Decálogo del artista”, viene a sentenciar: “No hay arte ateo. Aunque no ames al creador, lo afirmarás creando a su semejanza”. En Poetas españoles contemporáneos, Dámaso Alonso plasma estas certeras palabras: “Toda poesía es religiosa. Buscará unas veces a Dios en la Belleza. Llegará a lo mínimo, a las delicias más sutiles, hasta el juego, acaso. Se volverá otras veces, con íntimo desgarrón, hacia el centro humeante del misterio, llegará quizá a la blasfemia. No importa. Si trata de reflejar el mundo, imita la creadora actividad. Cuando lo canta con humilde asombro, bendice la mano del Padre. Si se resuelve, iracunda, reconoce la opresión de la poderosa presencia. Si se vierte hacia las grandes incógnitas que fustigan el corazón del hombre, a la gran puerta llama. Así va la poesía de todos los tiempos en busca de Dios”[6].

Fernando Rielo da por asentado que la poesía religiosa es inseparable del quehacer poético. Todos son llamados a nombrar explícita o implícitamente a Dios. Si todos son llamados a la poesía religiosa, pocos son los escogidos para la poesía mística. Parangonando a san Juan de la Cruz, todos estamos llamados al más alto grado de perfección de unión con Dios, pero la causa por la que llegan tan pocos, afirma en Llama de amor viva, “no es porque Dios quiera que haya pocos de estos espíritus levantados, que antes querría que todos fuesen perfectos, sino que halla pocos vasos que sufran tan alta y subida obra”[7]. Todo esfuerzo y exigencia posibles, asumidos en mística libertad, son el crisol adecuado para dar forma celeste a esta encendida llama de amor.

Según estas reflexiones, la poesía mística tiene que ir mucho más allá de la poesía en general y de la poesía religiosa en particular. ¿Qué es entonces la poesía mística? Si la mística es experiencia que encierra la humanización de lo divino para divinización de lo humano, la expresividad poética de esta humanización-divinización nos la tiene que ofrecer, extraordinariamente, recorriendo todos los recursos estéticos de la lengua, la poesía mística, que se convierte en verdadero o auténtico género literario. Así se expresa, a este respecto, Fernando Rielo: «Afirmo que la poesía mística, poseyendo su propia autonomía, es verdadero género literario porque eleva a arte la expresividad de la experiencia de la unión personal con Dios, cincelada por el dolor del amor. La poesía mística, no siendo búsqueda de un tiempo o lugar transcendidos, ni hallazgo de nuevas recreaciones estéticas, no haciéndose susceptible de manipulación ni de juego lingüístico, no derivando en técnicas ni experimentaciones, no constituyendo vías de conocimiento ni estados de catarsis, es la más desinteresada de todas las artes. Hay poesía mística allí donde termina toda búsqueda, toda meditación, todo discurso, todo esfuerzo de la técnica y de la manipulación lingüística, toda proyección meramente humana. Si las palabras no se desprenden de su physis, de su literalidad, de su proyectada fenomenología; si el poeta se satisface en sus versos, se mira y se contempla en sus propios poemas, no hay poesía mística. La poesía mística es personificación, es rostro, es presencia de un alma unida a lo divino. […]. La poesía mística consiste, utilizando las mejores posibilidades estéticas de la palabra, en una personal comunicación teándrica; esto es, en la personal acción de Dios en la persona humana con la persona humana. […]. La poesía mística no es meditación a partir de la anécdota por mucho que esta quede transcendida, ni tampoco es vía de conocimiento de lo divino. Hago, en este sentido, paráfrasis de una conocida sentencia del Doctor del Carmelo: “el místico conoce por Dios la poesía, y no por la poesía a Dios”[8]. Todo saber comunicativo se reduce a un toque carismático, penetrativo, que Dios libremente produce en el ser humano con la libre respuesta del ser humano. Este místico toque es inspiración y es éxtasis. Alguien ha dicho que en “el éxtasis se encuentra la libertad de la historia y sus sucesos”. Afirmo, más bien, que el éxtasis es mística libertas amoris de la divina libertas amoris»[9]. El creador de este premio sigue afirmando que “frente a toda egotización e indiferencia, frente a todo afán deshumanizador y desacralizante, el poeta místico posee definida misión regia, profética y sacerdotal: anunciar, con libertad definida por la creativa hermosura del amor, la desposada filiación divina, don que todo mortal, si decididamente lo acepta, puede, para celeste inmortalidad, recibir de la Santísima Trinidad”[10].

Pero hay que tener en cuenta que “la experiencia mística no es reductiva a unos moldes determinados de poética expresión; antes bien, la poesía mística es de una enorme creatividad de formas que prestan su destreza al estudio analítico. Esta policromía estética se irradia en el lenguaje hablado y en el lenguaje escrito. El modelo supremo de esta poesía mística —llega a afirmar Fernando Rielo— es el mismo Cristo, “el más grande poeta, que eleva, por medio del amor, la tragedia a la más alta lírica tallada en puro Verbo: Verbo de oro encarnado y sangre redentora. Me uno con Él al hombre, humanidad sangrante: al profetismo árabe, porque Cristo es profeta; a la raza judía, porque Él es de su raza; a toda religión, porque Él es el Ungido; al ateo y agnóstico, porque Cristo es su hermano. Hora ésta en que el poeta debe hacerse pregón de una mística paz que solo engendre paz, que solo engendre amor: amor y su hermosura, aunque haya oscura niebla. Cristo, nuestro poeta, de su humanidad hizo un poema de versos rotos para salud de un ser humano errante que, niño infatigable, formara por sí mismo de una hoja muerta un vívido poema»[11]. El Evangelio nos presenta innumerables ejemplos de vida cotidiana que nos enseñan la dimensión transcendente de toda actividad humana, por muy humilde que esta sea, y también nos hace partícipes de la transcendencia celeste de toda la naturaleza. Cristo eleva a dignidad de reino de Dios un humanismo que, comenzando en esta vida, adquiere en el cielo la suprema grandeza de los justos que brillan como el sol junto al Padre.

«El Evangelio contiene, de este modo, el código, la lectura genética de la poesía mística: la plenitud del amor divino encarnado en Cristo se expresa por medio de las más diversas formas literarias hasta hoy insuperables: la parábola, síntesis de la comparación y metáfora; la doxología, suprema expresión de alabanza y ensalzamiento; el paradigma, ejemplo de narración que implicita la honda sabiduría del proverbio y la sentencia; la parénesis, discurso exhortativo de enseñanza pleno; el himno, la súplica, la acción de gracias, la aclamación, la metáfora, la alegoría… Puedo afirmar que en la palabra de Cristo se encuentra la semilla de todas las formas literarias posibles. Mi sentencia para la teología actual y, en general, para la cultura católica y ecuménica, es grave: falta poesía al teólogo, al hermeneuta, al moralista, al creyente»[12].

En su mensaje del Premio Mundial de Poesía Mística del 11 de diciembre de 1995, Fernando Rielo hacía también la siguiente exhortación, válida para nuestros días, aunque sean tiempos de pandemia: «Permítanme que haga urgente invitación a todos los que se sientan convocados por el inconfundible poder de la poesía para que, amasando experiencia mística y cultura, sean los auténticos arquitectos que, escandiendo su inspirada palabra, diseñen los nuevos edificios, los nuevos parques, las nuevas plazas, las nuevas avenidas, que den la más señera configuración, la más acabada suntuosidad a la emblemática capital del arte; esto es, la poesía mística»[13]. Y en su mensaje de diciembre de 1990, terminaba su discurso con estas exhortativas palabras: “Convoco a los jóvenes para alzaros de nuevo, como en tiempos antiguos, a descubrir la vida mística hasta alcanzar con incesante paso la cima de esa unión que san Juan de la Cruz define por total transformación de amor en el Amado donde vuestra alma quede, cuanto se puede en esta vida, hecha divina. Caminad recogidos por los tres regios claustros o potencias que digo del alma y su virtud: una mente formada en fe, una voluntad formada en esperanza, y una libertad formada en el amor»[14].

Con esta palabra del poeta, filósofo, místico y fundador Fernando Rielo, concluyo este mensaje, en el que he intentado reflejar fielmente el espíritu que él quiso transmitir a los que, sintiéndose poetas, produzcan, con su confesión, arte y testimonio, lo que significa la poesía mística: la verdadera paz, la mística alegría y la auténtica libertad, que solo la unión de amor divino puede producir, aunque haya dolor y oscura niebla.

He terminado.

Fdo.: P. Jesús Fernández Hernández

Presidente del Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística


[1] F. Rielo, Mensaje, 6 de diciembre de 1985.

[2] F. Rielo, Mensaje, 13 de diciembre de 2000.

[3] F. García Lorca, Obras completas, vol. III, (Barcelona,1997), 308.

[4] F. Rielo, Mensaje, 9 de diciembre de 2003.

[5] F. Rielo, Mensaje, 9 de diciembre de 2003.

[6] Dámaso Alonso, Obras Completas, IV (Madrid, 1975), 878-879.

[7] Llama de amor viva, 2, 27.

[8] Llama, 4,4.

[9] F. Rielo, Mensaje, 14 de diciembre de 1998.

[10] F. Rielo, Mensaje, 12 de diciembre de 2002.

[11] F. Rielo, Mensaje, 10 de diciembre de 1990.

[12] F. Rielo, Mensaje, 12 de diciembre de 1996.

[13] F. Rielo, Mensaje, 11 de diciembre de 1995.

[14] F. Rielo, Mensaje, 10 de diciembre de 1990.



FOTOS

Juicio de los miembros del Jurado de los diez finalistas del XLI Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística 2021

Edgardo Alarcón Romero

En el poemario Lirios amarillos al amanecer, la belleza del silencio, el poeta expresa su hondo sentir místico desde la conciencia material de ser tierra, barro, campo llamado a germinar. Muchos de los poemas se inician en un marco nocturnal, en el que las sombras se transfiguran por la cercanía amorosa de Dios, que toca íntimamente al alma: “En plenilunio de besos / y en rocío de amor / desciendes en plenitud deseada, esta noche, / en que mis pétalos se resquebrajan por tu ausencia, / y en esencias navegamos hasta la raíz nocturna, / y la savia del placer de estar contigo / ascendió hasta las hojas secas de mi dicha”. El libro brota, como matriz poética, de la imagen parabólica del campo sembrado, del lirio que es vestido por Dios, de las aves que Él cuida: “Nada podrá germinar sin tu presencia, / sin la luz que nace en tu mirada, / sin las aguas que descienden de tu costado herido, / sin el viento que mece a los trigales en las laderas pedregosas, / […] soy tierra enamorada / que ha sentido tus pasos acercándose”.

Daniel Cotta Lobato

Donde más amanece es una obra formada por sonetos, algunas décimas endecasílabas y composiciones no estróficas, que explora la presencia escondida de Dios en la cotidianeidad e indaga en sus claves más íntimas. El poeta sabe descubrir, en medio de la roma realidad, el asombro de lo sobrenatural, y nos proporciona a menudo finales sorpresivos, que nos sumergen en una atmósfera celestial. Cuando el hablante poético se dirige a la ofrenda amorosa de la cruz, brotan versos transfigurados por la emoción, con una actitud de total entrega e identificación con el dolor redentor: “Este dolor por el que aún me aflijo / y que me trae llorando hasta tus plantas / clavado y muerto está en tu crucifijo, / que de la sed de tus heridas santas / fluye una calma que me da cobijo: / Contigo está mi cruz y Tú la aguantas”. Los versos se suceden en un estilo directo, sin ambages, que va combinando hábilmente la expresión coloquial y desenfadada de los versos libres con la sencilla elegancia de los poemas estróficos. Hay siempre una apertura trascendental traspasada por el amor, que vibra aun en la ausencia: “hace tanto, Señor, que no te llamo, / hace tanto que creo que estás muerto, / son tantos años sin pisar tu huerto, / son tantos siglos sin decir te amo”.

María del Milagro Dallacaminá.

El yo lírico que habla en Soy la mujer extranjera se hace prójimo en un texto expansivo, cuyos versos fluyen con el impulso airoso de un torrente. Poesía esencialmente transitiva, en la que cada poema lleva por título un topónimo extraído de distintos puntos cardinales. De este modo, el poemario se constituye en un cuaderno de bitácora universal, en el que el yo poético es todos los hombres y mujeres, todas las historias, como en un abrazo abarcador. Esa experiencia brota de la adhesión a Dios, quien es todo en todos; es una mística de la fraternidad, del amor desinteresado del samaritano. Precisamente en el poema “Samaría”, la poetisa se multiplica en un abanico plural de identidades: “Soy la mujer extranjera / que en la hora del mediodía / […] repasa amores y dolores / junto al pozo. / Soy la mujer incansable / buscando la dracma perdida / y la que mezcla las medidas exactas / de levadura y harina. / Soy la mujer encorvada / de tantas penas / y la que siente cómo la sangre / caliente le corre por las piernas / hace años”. La mirada poética ve a Dios en cada hombre y criatura, en los caminos y encrucijadas de un mundo doliente, y da voz a esa presencia escondida, para identificarse con todo aquello en lo que late un pálpito de vida: “Soy junco junto al río, / erguida. / Soy mariposa / besando las flores. / Soy flor silvestre / pequeña / imperceptible / bella / para el que sabe mirar / y descalzarse”.

Carlos González García

Los poemas de Al latir de un Padrenuestro son paráfrasis de los versículos de la oración jesuánica. De este modo, cada unidad poética nos introduce en la resonancia interior que la plegaria divina produce en el espíritu del poeta. El tono es siempre apasionado, la voz lírica palpita y dibuja un paisaje interior de emocionados perfiles. Hay impetración, deliquio, apelación amorosa, confesión sincera: “Resucítame, / como Hostia derramada en mi creer, / del otoño que, en tu espera, llora y sangra; / y si tiemblo de ternura / en tu latir, / no es la noche / ni es el miedo, / Amado mío: / es el frío de tu ausencia / que me ahoga / cuando vivo en carne viva / sin tu amor”. A pesar de que el poeta discurre a veces en el contexto purificativo de la noche interior, el verso es decidido, la expresión firme, y sincera la apertura al Tú divino: “Que se haga lo que quieras, / si eres Tú / noche oscura, cielo o luz entre mis manos: / solo espero si, en la espera, esperas Tú / cuando rozo la presencia de tus ojos”.

Adela Guerrero Collazos

Los poemas de Alfarero de la luz están enunciados desde una actitud de alegre optimismo, con una voz lírica cuya seguridad brota de saberse sostenida íntimamente por Dios: “Aunque las olas me colmen de lo incierto, / Tú, siempre luz, / viviente / dentro, muy dentro”. Dios invita a la criatura, pronuncia su nombre, entona cantos para ella: “mientras me invitas / mientras me abrazas / escucho tus canciones de alfarero, / notas que recorren mis sentidos / y me llenan de la infinita calma / de llamarme hija”. Nada le parece imposible al alma. Los poemas transmiten un paisaje de nítidos contornos, sin penumbras; hay firmeza a la vez que delicadeza, con una emoción sobria y reveladora. Hasta la eventual ausencia del Amado se traduce en signos de esperanza, pues nada puede arrebatarle al yo lírico la certeza de saberse destinatario del amor divino: “Qué importa el tiempo de tu ausencia / qué importa el lugar donde me encuentro, / sé de tu Amor”.

Jesús Antonio Loya González

Los versos de la íntima oración es un libro que describe una cartografía marina de islas a la intemperie de lunas y cielos desolados. Hay templos en los que se lleva a cabo una liturgia cósmica en la que el poeta aspira a conseguir su redención. Se trata, en suma, de una íntima plegaria que brota de la certeza de un desamparo existencial: “Desde la playa contemplo, / coro de almas: / Su canto es el canto perpetuo de las caracolas, / bocas y ojos abiertos al infinito, / rostros desfigurándose en espiritual suspiro”. Hay en todo el libro un tono apocalíptico y una perspectiva visionaria, a los que se une voz profética que nos transmite, con lacerante clarividencia, la fugacidad de lo humano, la caducidad de la historia, frente a la infinitud de Dios: “Señor: / Desciendo / rumbo a la piedra infinitesimal, / rumbo a la oscura piedra del ángulo, / colosal, temible. / Desciendo y me atraviesa / el ángulo oscuro de la piedra… / Estoy cautivo en la piedra / preciosa del ángulo”.

Jesús Martínez García

Los sonetos de Tu cálido aliento invitan a una actitud de religiosa confianza en lo divino. La obra ofrece, además, composiciones signadas por una pasión amorosa que, con espontaneidad y sencillez, nos conducen a la esencial relación con Dios. El lector se siente convocado por la frescura de las imágenes: “Las cascadas aplauden esponsales, / me recibe un júbilo de flores, / un concierto de pájaros en vuelo. /Saludan con sus dedos los trigales, / del arco iris salen los colores, / ebriedad de campanas hacia el cielo”. El poeta vierte también, con lucidez atribulada, su experiencia del dolor del amor: “Qué duro es vivir enamorado / y no poder tenerte todavía, / el no salir del todo es agonía, / son dolores de parto mi costado”. Pero esa vivencia del Dios ausente no lleva al poeta al desarraigo; sabe cosechar mieses de esperanza en esos momentos de aridez, para concluir siempre con una nota de consuelo: “A pesar de no ver, te sigo amando. / Leyendo con los dedos voy rezando, / tanteando la luz de tus palabras. / Esperaré, Señor, hasta el milagro. / Ya mi fe bartimea te consagro. / Lo primero serás cuando los abras”.

Rosa Catarina Piñeiro Fariña.

En torno a la metáfora central de la eucaristía, las composiciones de Un fulgor cereal , en su mayoría sonetos, recrean la experiencia de la comensalidad. Amar es celebrar la carne que nutre y el vino que embriaga, todo ello en aras de la unión personal: “Tu cuerpo por el mío me diluye; / tu sangre por mi carne me disuelve, / ¿qué imposible simbiosis nos envuelve?, / ¿qué miserable muerte nos rehúye? / Serás exactamente lo que intuye / este amor comensal que nos resuelve”. El misterio prandial se desgrana en versos de poderosa expresividad, que dejan al desnudo un acento muy personal, y una actitud de religiosa entrega, sin titubeos. En otras composiciones no estróficas, la autora articula un lenguaje vigoroso, fraguado a golpes, con un efecto de corrosiva sinceridad: “Demasiado descalza / para dejarme licuar con palabras mendaces, musitadas, / recitadas con la naturalidad que distrae al moribundo / […] Son de barro los pies, recibieron la tundra de este frío, / pero sobre la bota: soy dada a regentarme demasiado descalza. / Sumamente calzada / para que el pan me baste en su fulgor frecuente”.

Robert M. Randolph

En el poemario Broken, el propio yo lírico nos plantea su origen enunciador: contemplando un paisaje en el que la naturaleza es la protagonista principal de cuanto abarca la vista, el poeta reconstruye mediante la escritura su experiencia interior de lo divino, recapitula su historia personal, hecha de soledad y caídas, pero también de un presente de conversión. La voz personal es profunda, sincera, es el tono de quien ha reencontrado el camino, y mira con confianza un mañana renovador. Los poemas adquieren, de este modo, la contextura de breves cuadros expresivos, donde lo sensorial se ve contrapesado por la experiencia interior, en un equilibrio elocuente: “Walking in winter / I’m suddenly lonely. / I would like to walk by the river, the deep pool, / that flows from Your hand” (Caminando en el invierno / Estoy súbitamente solo. / Quisiera pasear por el río, el profundo estanque, / que de tu mano fluye”. Hay en estos poemas una desnudez conmovedora, a la vez que una contenida emoción, que rompe (el libro se titula “Roto”) toda retórica artificialidad, y nos deja siempre un toque delicado de trascendencia.

Porfirio Salazar

Decimario divino despliega, en primorosas décimas, un paisaje de acongojada conciencia. El poeta recorre un viacrucis de dolor sin caer, sin embargo, en la desesperación o el desasosiego. La canción es para el yo lírico el viático poético; y la fe, su coraza espiritual. El alma aspira a vivir la purificación que la eleve sobre las cosas de este mundo: “mi duda fue tu misterio, / y esa duda, en cautiverio, / me hizo volar otra vez. / Soy el ave que tal vez / se hace pura en tu cauterio”.  Las décimas son jalones oracionales, en los que resuenan ecos de la poesía mística clásica e imágenes de raíz evangélica, recreados con trabajada naturalidad, todo ello con el ritmo jubiloso que la canción va escanciando: “Tú me buscas y me encuentro, / y si me escapo sonrío, / y si me encuentras: un río / me barniza desde adentro. / En tu nombre me concentro, / mi Dios de cielo y verdad, / me complazco en tu amistad / y en el trigal no vacilo, / ni la noche, con su filo, / me niega tu claridad”.

Diez obras finalistas del XLI Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística

Diez obras procedentes de Argentina, Chile, Colombia, Estados Unidos, México, Panamá y España finalistas del XLI Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística

Las obras:

1.- GUERRERO COLLAZOS, Adela (Cali, COLOMBIA): Alfarero de la luz

2.- GONZÁLEZ GARCÍA, Carlos: (Fresnedillas de la Oliva, Madrid, ESPAÑA): Al latir de un Padre Nuestro

3.- COTTA LOBATO, Daniel (Córdoba, ESPAÑA): Donde más amanece

4.- ALARCÓN ROMERO, Edgardo (Curicó, CHILE) :  Lirios amarillos al amanecer,

la belleza del silencio

5.- LOYA GONZALEZ, Jesús Antonio (Chihuahua, MEXICO): Los versos de la íntima oración. 

6.- MARTÍNEZ GARCÍA, Jesús (Zaragoza, ESPAÑA) : Tu cálido aliento

7.- DALLACAMINÁ, María del Milagro (Salta, ARGENTINA): Soy la mujer extranjera

8.- SALAZAR, Porfirio (Coclé, PANAMÁ): Decimario divino

9.- RANDOLPH, Robert Morrison (Carmichaels, Pensilvania, ESTADOS UNIDOS): Broken

10.- PIÑEIRO FARIÑA, Rosa Catarina (Vilagarcía de Arousa, Pontevedra, ESPAÑA): Un fulgor cereal.

han sido declaradas Finalistas del Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, en este 2021, año en el que el Premio alcanza su edición número cuarenta y uno.

Al Certamen, de convocatoria anual, han concurrido 267 obras procedentes de 29 países, lo que supone un incremento del número de países participantes respecto de ediciones anteriores, reflejo sin duda del desarrollo de la creatividad frente a momentos de crisis tan importante como los que estamos atravesando a nivel mundial.

Este Premio que comenzara su andadura el 8 de diciembre de 1981 en el Salón de Actos del Ateneo de Madrid, ha ido adquiriendo a lo largo de estos cuarenta y un años de existencia, un prestigio y un reconocimiento a nivel mundial.

La proclamación de la obra ganadora se realizará en acto público que se desarrollará de forma on-line, el próximo 18 de diciembre, sábado, a las 17 horas de Madrid (España) A dicho acto están todos invitados, daremos a conocer los enlaces a través de nuestra web: www.rielo.com, y a través de nuestras redes sociales.