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Donde más amanece, de Daniel Cotta Lobato (Córdoba, ESPAÑA) gana el XLI Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística.

“La poesía recrea lo que no puede hacer la ciencia: el doliente pensamiento de una criatura humana que no logra descifrar el misterio de sí misma” (Fernando Rielo)

La obra Soy la mujer extranjera, de María del Milagro Dallacaminá (Salta, ARGENTINA) se ha hecho acreedora de una mención de honor por los miembros del Jurado.

La proclamación de la obra ganadora ha tenido lugar en acto público desarrollado en formato online— este sábado 18 de diciembre, a las 17h de Europa.

Con el poemario Donde más amanece, Daniel Cotta Lobato, Córdoba – España) ha obtenido el XLI Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, con una dotación de 7.000 €, la edición de la obra y una medalla conmemorativa. La obra ha sido seleccionada de entre 267 poemarios procedentes de 28 países. 

Donde más amanece es una obra formada por sonetos, algunas décimas endecasílabas y composiciones no estróficas, que explora la presencia escondida de Dios en la cotidianeidad e indaga en sus claves más íntimas. El poeta sabe descubrir, en medio de la roma realidad, el asombro de lo sobrenatural, y nos proporciona a menudo finales sorpresivos, que nos sumergen en una atmósfera celestial.

En dicha obra el yo lírico que habla se hace prójimo en un texto expansivo. El poemario se constituye en un cuaderno de bitácora universal, en el que el yo poético es todos los hombres y mujeres, todas las historias, como en un abrazo abarcador. Esa experiencia brota de la adhesión a Dios, quien es todo en todos; es una mística de la fraternidad, del amor desinteresado del samaritano

El Presidente de la Fundación Fernando Rielo, P. Jesús Fernández Hernández, en su mensaje, dirigido a todos los asistentes afirmó: «la poesía, en opinión de Fernando Rielo, nace con el hombre”. “Débese esta grandeza del lenguaje a que la poesía recrea lo que no puede hacer la ciencia: el doliente pensamiento de una criatura humana que no logra descifrar el misterio de sí misma”[1]. La poesía está en el interior del ser humano, pero “se hace poema cuando los múltiples recursos de una lengua se ponen en función de las escogidas imágenes estéticas que evocan la verdad, la bondad y la belleza del llanto del amor[2]».

Más adelante añadía: «Este premio mundial de poesía mística, en sus 41 años de existencia, ha tenido la misión de hacer frente a una “poesía débil”, que ha estado huyendo del natural esfuerzo y de la exigencia interior de inspiración. “La inspiración —venía a decir Federico García Lorca— está bien, pero realmente más te vale que te pille trabajando”. Suyas son las palabras textuales: “Si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios, también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo[3]»

Para concluir, el Presidente del Premio recordaba las palabras exhortativas con las que Fernando Rielo terminaba su Discurso del Premio Mundial de Poesía Mística de 1990: «Convoco a los jóvenes para alzaros de nuevo, como en tiempos antiguos, a descubrir la vida mística hasta alcanzar con incesante paso la cima de esa unión que san Juan de la Cruz define por total transformación de amor en el Amado donde vuestra alma quede, cuanto se puede en esta vida, hecha divina. Caminad recogidos por los tres regios claustros o potencias que digo del alma y su virtud: una mente formada en fe, una voluntad formada en esperanza, y una libertad formada en el amor»[4].

Los otros finalistas fueron

Adela Guerrero Collazos (Cali, Colombia), Carlos González García (Fresnedillas de la Oliva, Madrid, España), Edgardo Alarcón Romero (Curicó, Chile), Jesús Antonio Loya González (Chihuahua, México), Jesús Martínez García (Zaragoza, España), Porfirio Salazar (Coclé, Panamá), Robert M. Randolph (Carmichaels, Pensilvania, Estados Unidos) y Rosa Catarina Piñeiro Fariña (Vilagarcía de Arousa, Pontevedra, España).

El Jurado estuvo conformado por D. Jesús Fernández Hernández, Presidente de la Fundación y del Jurado; el Dr. D. Darío Villanueva Prieto, miembro de la Real Academia Española y Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Santiago de Compostela. Desde octubre de 2020 Profesor emérito de la misma; Dr. D. Santiago Acosta Aide, Rector de la Universidad Técnica Particular de Loja, y crítico literario; D. David Gregory Murray, Crítico literario y el Dr. D. José Mª López Sevillano, Secretario Permanente del Premio.

La presente edidicón del Premio ha contado con un amplio Comité de Honor conformado por el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Carlos Osoro Sierra, Cardenal Arzobispo de Madrid, y Presidente del Comité de Honor; el Excmo. Sr. D. Luis María Anson, Miembro de la Real Academia Española; Excma. Sra. Dra. Dª Aurora Egido Martínez, Secretaria de la Real Academia Española; el Excmo. Sr. Dr. D. Luis Alberto de Cuenca, miembro de la Real Academia de la Historia y poeta; la Excma. Sra.  Dra. Dª Mirian de las Mercedes Cortés Diéguez, Rectora Magnífica de la Universidad Pontificia de Salamanca; el Excmo. Sr. Dr. D. Javier Prades López, Rector Magnífico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso; el Excmo. Sr. D. Juan Van-Halen Acedo, poeta y Presidente de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles; el Excmo. Sr. D. Ramón Pernas López, escritor. Miembro de la Academia Pontificia Auriense-Mindoniense de San Rosendo; el Excmo. Sr. Dr. D. Jesús Muñoz Diez, prorrector de la Universidad Pontifica de Ecuador Sede Ibarra; la Excma. Sra. Dra. Dª Luján González Portela, Prorrector de la Universidad Pontidfica de Ecuador Sede Santo Domingo; el Ilmo. Sr. Dr. D. Andrés Sánchez Robayna, poeta y Catedrático de la Universidad de La Laguna; el Ilmo. Sr. D. Jaime Siles Ruiz, poeta y Catedrático de la Universidad de Valencia, y el Dr. D. Francisco Javier Sancho, Director del Centro Internacional Teresiano Sanjuanista.

Esta XLI edición, es la segunda ocasión en que el Acto del fallo ha debido realizarse de forma on-line, lo que ha facilitado la asistencia de numerosas personas de países de todo el mundo. El prestigio adquirido a lo largo de estos 41 años ha hecho posible que se haya celebrado en sedes tan relevantes como la UNESCO, la ONU, el Campidoglio del Ayuntamiento de Roma, la Sala Gótica del Ayuntamiento de Colonia, la Embajada de España ante la Santa Sede, el Instituto Cervantes en sus sedes de Roma y Nueva York, o la Universidad Pontificia de Salamanca entre otras.

Por último, el carácter ecuménico del premio ha hecho que lo hayan obtenido poetas de distintas confesiones religiosas, demostrando la capacidad de la poesía mística para unir a las culturas y a las religiones.

Breves notas biográficas de Daniel Cotta Lobato (1974 )

Daniel Cotta Lobato nació en Málaga en 1974, aunque reside en Córdoba desde 2008. Es Licenciado en Filología Hispánica y ejerce en la actualidad como profesor de Lengua en el instituto Nuevas Poblaciones de La Carlota (Córdoba).

En el campo de la narrativa, ha publicado tres libros: la sátira Videojugarse la vida (Funambulista, 2012), la novela histórica Verdugos de la media luna (Almuzara, 2018) y la novela infantil El duende de los videojuegos (Premium, 2019), que obtuvo el Premio de Narrativa Infantil y Juvenil de la Diputación de Córdoba en 2017.

Como poeta, ha publicado Beethoven explicado para sordos (Diputación de Córdoba, 2016), Alma inmortalmente enferma (De Torres, 2017), Como si nada (Libros Canto y Cuento, 2017), Dios a media voz (Gollarín, 2019), ganador del Premio San Juan de la Cruz de Poesía Mística de Caravaca; El beso de buenas noches (Renacimiento, 2020); Alpinistas de Marte (Pre-Textos, 2020), ganador del Premio Internacional de Poesía Antonio Oliver Belmás; y Alumbramiento (Adonáis, 2021).

Como dramaturgo, ha publicado Amniótica (Libros Canto y Cuento, 2020), cuya adaptación por José Mateos ha sido representada en Jerez, Sevilla, Málaga y otros escenarios de la geografía española. 

Como ensayista, ha escrito en colaboración con Enrique Gallud Jardiel la obra humorística El arte a juicio (Éride Ediciones, 2021).

Fragmentos del poemario Dónde más amanece: 

OFRECIMIENTO

Como el que da una rosa. ¡Con qué agrado

la ve quien la recibe en pleitesía!

Así te ofrezco yo, Señor, el día

(que es tuyo) y el latir de mi costado

(tuyo también), te ofrezco mi alegría

 (que es tuya, tuya y tuya) y, apenado,

te ofrezco la aflicción (que no he buscado), l

a cruz de este dolor (que no quería),

mi ser (que es tuyo), mi vivir terreno

(tuyo, Señor), y este montón de cosas

tuyas, tuyísimas que das sin freno.

Como eres tierra fértil y rebosas,

te las devuelvo porque ya estoy lleno.

Y a Ti te gusta que te ofrezcan rosas.

TÁNDEM

Señor, Tú naces cada vez que muero.

Tú alumbras cada vez que yo me apago.

Tú cantas cada vez que yo enmudezco.

Tú te levantas cada vez que caigo.

No temeré, porque mis ojos ciegos

 se apoyan en la aurora de tus manos.

El polen del dolor que tuve dentro

ha dado a luz la bendición de un árbol,

un árbol donde trinan los jilgueros,

un árbol que Tú nutres desde abajo.

Por él me has dicho que caer al suelo

 era el camino para ser más alto.

Pues siempre que hay oscuridad, me enciendo.

Y cada vez que hay muerte, yo renazco.

Cada vez que hablan los silencios, rezo.

Y siempre que me caigo, me levanto.

Mira, Señor: el cascarón se ha abierto.

Ahí va mi alma, apriétala en tu mano.

TAIMADA

La golondrina disimula bien.

Nos quiere hacer tragar que sus cabriolas,

sus giros, sus parábolas

son fruto improvisado del instinto.

Y cuando no miramos,

saca compases, redefine ángulos,

calcula trayectorias

para que nos quedemos tan perplejos,

tan ebrios de hermosura

que digamos:

«No hay más remedio que inventarse a Dios».


Juicio de los miembros del Jurado de los diez finalistas del XLI Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística 2021

Edgardo Alarcón Romero

En el poemario Lirios amarillos al amanecer, la belleza del silencio, el poeta expresa su hondo sentir místico desde la conciencia material de ser tierra, barro, campo llamado a germinar. Muchos de los poemas se inician en un marco nocturnal, en el que las sombras se transfiguran por la cercanía amorosa de Dios, que toca íntimamente al alma: “En plenilunio de besos / y en rocío de amor / desciendes en plenitud deseada, esta noche, / en que mis pétalos se resquebrajan por tu ausencia, / y en esencias navegamos hasta la raíz nocturna, / y la savia del placer de estar contigo / ascendió hasta las hojas secas de mi dicha”. El libro brota, como matriz poética, de la imagen parabólica del campo sembrado, del lirio que es vestido por Dios, de las aves que Él cuida: “Nada podrá germinar sin tu presencia, / sin la luz que nace en tu mirada, / sin las aguas que descienden de tu costado herido, / sin el viento que mece a los trigales en las laderas pedregosas, / […] soy tierra enamorada / que ha sentido tus pasos acercándose”.

Daniel Cotta Lobato

Donde más amanece es una obra formada por sonetos, algunas décimas endecasílabas y composiciones no estróficas, que explora la presencia escondida de Dios en la cotidianeidad e indaga en sus claves más íntimas. El poeta sabe descubrir, en medio de la roma realidad, el asombro de lo sobrenatural, y nos proporciona a menudo finales sorpresivos, que nos sumergen en una atmósfera celestial. Cuando el hablante poético se dirige a la ofrenda amorosa de la cruz, brotan versos transfigurados por la emoción, con una actitud de total entrega e identificación con el dolor redentor: “Este dolor por el que aún me aflijo / y que me trae llorando hasta tus plantas / clavado y muerto está en tu crucifijo, / que de la sed de tus heridas santas / fluye una calma que me da cobijo: / Contigo está mi cruz y Tú la aguantas”. Los versos se suceden en un estilo directo, sin ambages, que va combinando hábilmente la expresión coloquial y desenfadada de los versos libres con la sencilla elegancia de los poemas estróficos. Hay siempre una apertura trascendental traspasada por el amor, que vibra aun en la ausencia: “hace tanto, Señor, que no te llamo, / hace tanto que creo que estás muerto, / son tantos años sin pisar tu huerto, / son tantos siglos sin decir te amo”.

María del Milagro Dallacaminá.

El yo lírico que habla en Soy la mujer extranjera se hace prójimo en un texto expansivo, cuyos versos fluyen con el impulso airoso de un torrente. Poesía esencialmente transitiva, en la que cada poema lleva por título un topónimo extraído de distintos puntos cardinales. De este modo, el poemario se constituye en un cuaderno de bitácora universal, en el que el yo poético es todos los hombres y mujeres, todas las historias, como en un abrazo abarcador. Esa experiencia brota de la adhesión a Dios, quien es todo en todos; es una mística de la fraternidad, del amor desinteresado del samaritano. Precisamente en el poema “Samaría”, la poetisa se multiplica en un abanico plural de identidades: “Soy la mujer extranjera / que en la hora del mediodía / […] repasa amores y dolores / junto al pozo. / Soy la mujer incansable / buscando la dracma perdida / y la que mezcla las medidas exactas / de levadura y harina. / Soy la mujer encorvada / de tantas penas / y la que siente cómo la sangre / caliente le corre por las piernas / hace años”. La mirada poética ve a Dios en cada hombre y criatura, en los caminos y encrucijadas de un mundo doliente, y da voz a esa presencia escondida, para identificarse con todo aquello en lo que late un pálpito de vida: “Soy junco junto al río, / erguida. / Soy mariposa / besando las flores. / Soy flor silvestre / pequeña / imperceptible / bella / para el que sabe mirar / y descalzarse”.

Carlos González García

Los poemas de Al latir de un Padrenuestro son paráfrasis de los versículos de la oración jesuánica. De este modo, cada unidad poética nos introduce en la resonancia interior que la plegaria divina produce en el espíritu del poeta. El tono es siempre apasionado, la voz lírica palpita y dibuja un paisaje interior de emocionados perfiles. Hay impetración, deliquio, apelación amorosa, confesión sincera: “Resucítame, / como Hostia derramada en mi creer, / del otoño que, en tu espera, llora y sangra; / y si tiemblo de ternura / en tu latir, / no es la noche / ni es el miedo, / Amado mío: / es el frío de tu ausencia / que me ahoga / cuando vivo en carne viva / sin tu amor”. A pesar de que el poeta discurre a veces en el contexto purificativo de la noche interior, el verso es decidido, la expresión firme, y sincera la apertura al Tú divino: “Que se haga lo que quieras, / si eres Tú / noche oscura, cielo o luz entre mis manos: / solo espero si, en la espera, esperas Tú / cuando rozo la presencia de tus ojos”.

Adela Guerrero Collazos

Los poemas de Alfarero de la luz están enunciados desde una actitud de alegre optimismo, con una voz lírica cuya seguridad brota de saberse sostenida íntimamente por Dios: “Aunque las olas me colmen de lo incierto, / Tú, siempre luz, / viviente / dentro, muy dentro”. Dios invita a la criatura, pronuncia su nombre, entona cantos para ella: “mientras me invitas / mientras me abrazas / escucho tus canciones de alfarero, / notas que recorren mis sentidos / y me llenan de la infinita calma / de llamarme hija”. Nada le parece imposible al alma. Los poemas transmiten un paisaje de nítidos contornos, sin penumbras; hay firmeza a la vez que delicadeza, con una emoción sobria y reveladora. Hasta la eventual ausencia del Amado se traduce en signos de esperanza, pues nada puede arrebatarle al yo lírico la certeza de saberse destinatario del amor divino: “Qué importa el tiempo de tu ausencia / qué importa el lugar donde me encuentro, / sé de tu Amor”.

Jesús Antonio Loya González

Los versos de la íntima oración es un libro que describe una cartografía marina de islas a la intemperie de lunas y cielos desolados. Hay templos en los que se lleva a cabo una liturgia cósmica en la que el poeta aspira a conseguir su redención. Se trata, en suma, de una íntima plegaria que brota de la certeza de un desamparo existencial: “Desde la playa contemplo, / coro de almas: / Su canto es el canto perpetuo de las caracolas, / bocas y ojos abiertos al infinito, / rostros desfigurándose en espiritual suspiro”. Hay en todo el libro un tono apocalíptico y una perspectiva visionaria, a los que se une voz profética que nos transmite, con lacerante clarividencia, la fugacidad de lo humano, la caducidad de la historia, frente a la infinitud de Dios: “Señor: / Desciendo / rumbo a la piedra infinitesimal, / rumbo a la oscura piedra del ángulo, / colosal, temible. / Desciendo y me atraviesa / el ángulo oscuro de la piedra… / Estoy cautivo en la piedra / preciosa del ángulo”.

Jesús Martínez García

Los sonetos de Tu cálido aliento invitan a una actitud de religiosa confianza en lo divino. La obra ofrece, además, composiciones signadas por una pasión amorosa que, con espontaneidad y sencillez, nos conducen a la esencial relación con Dios. El lector se siente convocado por la frescura de las imágenes: “Las cascadas aplauden esponsales, / me recibe un júbilo de flores, / un concierto de pájaros en vuelo. /Saludan con sus dedos los trigales, / del arco iris salen los colores, / ebriedad de campanas hacia el cielo”. El poeta vierte también, con lucidez atribulada, su experiencia del dolor del amor: “Qué duro es vivir enamorado / y no poder tenerte todavía, / el no salir del todo es agonía, / son dolores de parto mi costado”. Pero esa vivencia del Dios ausente no lleva al poeta al desarraigo; sabe cosechar mieses de esperanza en esos momentos de aridez, para concluir siempre con una nota de consuelo: “A pesar de no ver, te sigo amando. / Leyendo con los dedos voy rezando, / tanteando la luz de tus palabras. / Esperaré, Señor, hasta el milagro. / Ya mi fe bartimea te consagro. / Lo primero serás cuando los abras”.

Rosa Catarina Piñeiro Fariña.

En torno a la metáfora central de la eucaristía, las composiciones de Un fulgor cereal , en su mayoría sonetos, recrean la experiencia de la comensalidad. Amar es celebrar la carne que nutre y el vino que embriaga, todo ello en aras de la unión personal: “Tu cuerpo por el mío me diluye; / tu sangre por mi carne me disuelve, / ¿qué imposible simbiosis nos envuelve?, / ¿qué miserable muerte nos rehúye? / Serás exactamente lo que intuye / este amor comensal que nos resuelve”. El misterio prandial se desgrana en versos de poderosa expresividad, que dejan al desnudo un acento muy personal, y una actitud de religiosa entrega, sin titubeos. En otras composiciones no estróficas, la autora articula un lenguaje vigoroso, fraguado a golpes, con un efecto de corrosiva sinceridad: “Demasiado descalza / para dejarme licuar con palabras mendaces, musitadas, / recitadas con la naturalidad que distrae al moribundo / […] Son de barro los pies, recibieron la tundra de este frío, / pero sobre la bota: soy dada a regentarme demasiado descalza. / Sumamente calzada / para que el pan me baste en su fulgor frecuente”.

Robert M. Randolph

En el poemario Broken, el propio yo lírico nos plantea su origen enunciador: contemplando un paisaje en el que la naturaleza es la protagonista principal de cuanto abarca la vista, el poeta reconstruye mediante la escritura su experiencia interior de lo divino, recapitula su historia personal, hecha de soledad y caídas, pero también de un presente de conversión. La voz personal es profunda, sincera, es el tono de quien ha reencontrado el camino, y mira con confianza un mañana renovador. Los poemas adquieren, de este modo, la contextura de breves cuadros expresivos, donde lo sensorial se ve contrapesado por la experiencia interior, en un equilibrio elocuente: “Walking in winter / I’m suddenly lonely. / I would like to walk by the river, the deep pool, / that flows from Your hand” (Caminando en el invierno / Estoy súbitamente solo. / Quisiera pasear por el río, el profundo estanque, / que de tu mano fluye”. Hay en estos poemas una desnudez conmovedora, a la vez que una contenida emoción, que rompe (el libro se titula “Roto”) toda retórica artificialidad, y nos deja siempre un toque delicado de trascendencia.

Porfirio Salazar

Decimario divino despliega, en primorosas décimas, un paisaje de acongojada conciencia. El poeta recorre un viacrucis de dolor sin caer, sin embargo, en la desesperación o el desasosiego. La canción es para el yo lírico el viático poético; y la fe, su coraza espiritual. El alma aspira a vivir la purificación que la eleve sobre las cosas de este mundo: “mi duda fue tu misterio, / y esa duda, en cautiverio, / me hizo volar otra vez. / Soy el ave que tal vez / se hace pura en tu cauterio”.  Las décimas son jalones oracionales, en los que resuenan ecos de la poesía mística clásica e imágenes de raíz evangélica, recreados con trabajada naturalidad, todo ello con el ritmo jubiloso que la canción va escanciando: “Tú me buscas y me encuentro, / y si me escapo sonrío, / y si me encuentras: un río / me barniza desde adentro. / En tu nombre me concentro, / mi Dios de cielo y verdad, / me complazco en tu amistad / y en el trigal no vacilo, / ni la noche, con su filo, / me niega tu claridad”.

Diez obras finalistas del XLI Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística

Diez obras procedentes de Argentina, Chile, Colombia, Estados Unidos, México, Panamá y España finalistas del XLI Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística

Las obras:

1.- GUERRERO COLLAZOS, Adela (Cali, COLOMBIA): Alfarero de la luz

2.- GONZÁLEZ GARCÍA, Carlos: (Fresnedillas de la Oliva, Madrid, ESPAÑA): Al latir de un Padre Nuestro

3.- COTTA LOBATO, Daniel (Córdoba, ESPAÑA): Donde más amanece

4.- ALARCÓN ROMERO, Edgardo (Curicó, CHILE) :  Lirios amarillos al amanecer,

la belleza del silencio

5.- LOYA GONZALEZ, Jesús Antonio (Chihuahua, MEXICO): Los versos de la íntima oración. 

6.- MARTÍNEZ GARCÍA, Jesús (Zaragoza, ESPAÑA) : Tu cálido aliento

7.- DALLACAMINÁ, María del Milagro (Salta, ARGENTINA): Soy la mujer extranjera

8.- SALAZAR, Porfirio (Coclé, PANAMÁ): Decimario divino

9.- RANDOLPH, Robert Morrison (Carmichaels, Pensilvania, ESTADOS UNIDOS): Broken

10.- PIÑEIRO FARIÑA, Rosa Catarina (Vilagarcía de Arousa, Pontevedra, ESPAÑA): Un fulgor cereal.

han sido declaradas Finalistas del Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística, en este 2021, año en el que el Premio alcanza su edición número cuarenta y uno.

Al Certamen, de convocatoria anual, han concurrido 267 obras procedentes de 29 países, lo que supone un incremento del número de países participantes respecto de ediciones anteriores, reflejo sin duda del desarrollo de la creatividad frente a momentos de crisis tan importante como los que estamos atravesando a nivel mundial.

Este Premio que comenzara su andadura el 8 de diciembre de 1981 en el Salón de Actos del Ateneo de Madrid, ha ido adquiriendo a lo largo de estos cuarenta y un años de existencia, un prestigio y un reconocimiento a nivel mundial.

La proclamación de la obra ganadora se realizará en acto público que se desarrollará de forma on-line, el próximo 18 de diciembre, sábado, a las 17 horas de Madrid (España) A dicho acto están todos invitados, daremos a conocer los enlaces a través de nuestra web: www.rielo.com, y a través de nuestras redes sociales.

Los finalistas del XXXIX Premio Mundial Fernando Rielo Poesía Mística

Diez obras procedentes de Italia, Panamá y España finalistas del XXXIX Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística

 

Las obras:

Terrible ángel de sed, de Miguel Sánchez Robles (Caravaca de la Cruz, Murcia, España);

El alma que me diste, de Antonio Bocanegra Padilla (San Fernando, Cádiz, España);

El Respiro, Tu Espíritu dentro de mí de Theresia Bothe (Partinico, Sicilia, Italia);

El pastor resplandeciente, de Javier Alvarado (Panamá);

Tu presencia es trigal de mi esperanza, de Luis García Pérez (Ciudad Real, España);

Monte de las Bienaventuranzas, de Lucrecio Serrano Pedroche (Albacete, España);

Aspira a lo celeste de Iván Cabrera Cartaya (Tacoronte, Tenerife, España);

Tu clara presencia, de Teresa de Jesús Rodríguez Lara (Santa Cruz de Tenerife, España);

Con los párpados vencidos, de Carlos González García (Fresnedillas de la Oliva, Madrid, España);

Donde nace la sed, de Beatriz Villacañas Palomo (Boadilla del Monte, Madrid, España)

han sido declaradas Finalistas del Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía mística, en este 2019 en su trigésimo novena edición.

Al Certamen, de convocatoria anual, han concurrido 248 obras procedentes de 25 países. Obras donde cada poeta intenta reflejar, plasmar en el arte, la unión de amor con el Absoluto en tal grado que la constante poética evoca, en forma elevadísima, esta mística unión. El poeta místico, contraria- mente al llamado poeta religioso, nunca se preguntará, ni siquiera como recurso estético, por la existencia o no existencia de Dios, lo mismo que nadie se cuestiona la existencia o no existencia del aire que respira. (Bases).

La proclamación de la obra ganadora se realizará en acto público que tendrá lugar en la Pontificia Universidad de Salamanca, el 12 de diciembre de este 2019.

El español Antonio Martín de las Mulas gana el 38 Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística

Comentario periodístico a los diez finalistas del XXXVIII Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística

BOCANEGRA PADILLA, Antonio (Cádiz, España): La luz con que me alumbro

Estamos ante un poemario de gran coherencia formal y sentimiento religioso. Los versos fluyen sin tensiones ni estridencias, como expresión de la seguridad en Dios, única riqueza para la conciencia humana. Nos deleita con una rica variedad de formas poéticas como el romancillo, el romance, el romance heroico, la redondilla endecasilábica, la sextilla, el cuarteto, el terceto, la silva libre impar, el verso alejandrino. Pero sobre todo domina la profusión de sonetos muy bien logrados, algunos de los cuales podríanse considerar antológicos por la vivencia confesional de cuño religioso y místico labrada con exquisito arte. Es un poemario de significativa unidad, donde puede observarse el influjo de nuestros místicos, estructurado en cuatro partes: búsqueda y encuentro, amor y muerte, dolor y pasión, gozo y eucaristía, precedidas por un umbral que presenta la fe como don, y terminadas con un epílogo donde el poeta, haciendo la síntesis de La luz con que me alumbro, da testimonio de una vida de fe y deseo de unión con el Amado.

BOTHE, Theresia Maria (Sicilia, Italia): That is All

Poesía de una gran fuerza expresiva y contenido vivencial que refleja una gran sed y deseo de Dios. La escritora recorre mediante imágenes, paralelismos y anáforas el proceso de su conversión, haciéndonos participar de su “historia de un camino espiritual, con sus dificultades y momentos sublimes, su larga oscuridad y hermoso encuentro”. Así nos muestra la presencia dialogal de lo divino en lo grande y en lo pequeño, en el detalle natural y en lo más humano: “Me hablas / con el rumor / de las olas. /…/ Me hablas porque la gaviota / se detiene sobre una piedra. / Porque la gente camina en parejas por la playa. /…/ Me hablas / porque estoy viva, / porque estoy llorando, /porque contemplo un cielo sin nubes”. La delicadeza y suavidad de la poesía rieliana puede observarse en la emoción que respiran algunos versos sencillos de la autora: “¡Qué suave cantan las hojas bañadas / - y su risa - /cuando el sol las abraza!”

ELVIRA VALLEJO, Pilar (Madrid, España): En voz alta

Una voz confiada, a veces jubilosa, resuena en los versos de nuestra autora con un lenguaje ágil y fresco. El paisaje poético, al modo de la mística clásica, aparece interiorizado, y en él los elementos son notas que delatan, de forma sensorial y pictórica, la presencia del Amado. Los poemas son cadenciosos, sin artificios, fluyen armoniosamente para transfigurar la vivencia espiritual del yo lírico, que, sostenido en la gracia divina, parece ir en volandas por ese mundo estilizado de vivencias y emociones. Encontramos, a través de frecuentes versos arromanzados, trazos místicos como la purificación, la unión y el testimonio —“Se han apagado mis ojos, / la luz se sumerge trágica / en el lago tenebroso / de un denso valle de lágrimas. / ¡no volverán a brillar / sin la llama de tu gracia!”. “Un gozo helado de fuego / inunda mi corazón como la ola a la playa /… / al respirar la presencia… / ¡del mismo Dios en mi alma!”

ESCRIVÁ VIDAL, Desamparados (Tarragona, España): Desnudando el alma

Poemario que transpira amor, intimidad y confianza en Dios junto con una audacia para verle, expresado en imágenes equilibradas y armoniosas. Hay gran belleza y sensibilidad propia de un alma enamorada. Excelentes versos que se leen con deleite, llenos de recursos expresivos que surgen como a borbotones de la llaga de amor. Desnudando el alma expresa con sencillez y realismo la purificación, el carácter dialogal y la unión: “No, yo no descubrí al Amor, / fue Él quien me encontró a mí… / Me perdí en aquel encuentro / y vago perdida en su mar”. No falta la experiencia de ausencia y de presencia: “Nuestros encuentros suelen ser así: / amor vestido de ausencia / y amor vestido de deseo y espera. / Todos los días tengo dos citas exclusivas con mi Amado”. La unión, finalmente, viene expresada no por un soy y un es, sino por un somos: “Contigo hay momentos en los que no sé si soy, / no sé si eres, / solo sé que somos”.

GALÁN GARCÍA, María del Pilar (Valladolid, España,): La nada ¡Qué frío!

Se produce en esta obra un choque entre el deseo de absoluto y la desposesión, entre el ímpetu hacia Dios y la experiencia de su privación. Pero a pesar del desarraigo, la voz lírica no se acobarda; antes al contrario, en versos rotundos acomete una búsqueda de lo divino, movida por la fe en el ámbito en el que se sabe segura: la palabra poética. Aspira así una redención por la poesía: “Solamente la poesía / podrá salvar al mundo / versificando un universo nuevo”. A través del dolor de ausencia, expresión del amor auténtico, se puede experienciar la mística unión con el Amado: “Tengo heridas abiertas / que se convierten en ofrenda muda / bajo tu mirada desnuda y penetrante / que rompe la distancia que nos separa”. Todo al final queda resuelto en el encuentro diáfano “esquivando el tiempo y la distancia” porque el “dulce Amigo” es “manantial inagotable que sacia la sed para siempre”.

GALLIANO, Marcelo (Buenos Aires, Argentina): Manzano entre los árboles

Una actitud oracional en la que se recrean las distintas tesituras de la religación con Dios se hilvana en poemas estróficos magistralmente labrados en forma de sonetos, liras, madrigales y coplas de pie quebrado. El poeta se muestra lúcido ante la divinidad, en la que ancla su existencia, y a la que se dirige con una fe sin ambages. Entre interrogaciones, solicitudes y reconocimientos, el hablante lírico se reconoce mendigo de la gracia y enfermo sanado por el bálsamo del perdón. Se observan imágenes poderosas con ecos manriqueños sobre la fugacidad de la vida: “Todo se lleva el aire, su madeja /amortaja el recuerdo y lo condena /al olvido fatal de su morada. /Todo lo roba el tiempo, nada deja”. No obstante hay con el Padre un constante diálogo de arrepentimiento, de petición de ayuda encontrando siempre en Él la respuesta orientadora y sosegada: “Padre, aquí estoy, atento a tu llamado”.

GUERRERO COLLAZOS, Adela (Santiago de Cali, Colombia): Contigo todo

Hay un hondo sentimiento unitivo en estos versos, en los que la autora canta la cercanía insondable de lo divino. Dios es para ella voz, palabra, presencia, luz, que la sumergen en un éxtasis poético de amor. Son poemas celebrativos, donde la voz lírica no ceja de entonar una agradecida salmodia traspasada de júbilo deseante de lo eterno: “El vuelo de un pájaro, / me llama a festejarte / mientras me eternizas”. Más que poesía de búsqueda es poesía de encuentro con imágenes bíblicas y de la tradición mística oriental y occidental; todo es alegría, paz, sencillez, plenitud: “Ya no hay búsqueda / Tú-en-mí sin palabras / Sin promesas / Yo-en Ti-plenitud /Ágape”. Desde aquí ve la presencia divina en lo cotidiano, en la naturaleza, en el juego de los niños: “Las carcajadas de los niños /Cuando juegan en el patio de la casa /Te pronuncian sin descanso”. Esta mística unión es celebrada como “Esencia de la risa / desbordada de sosiego”.

MARTÍN DE LAS MULAS BAEZA, Antonio (Medellín, Colombia): Viernes santo

La voz del yo poético que el poemario expresa es la de Jesús en el Gólgota que, desde la altura de la cruz, divisa con perspectiva única la pequeñez del poeta, convertido ahora en el tú lírico. En esa situación, el crucificado hace suya la situación del hombre, sus flaquezas y sus miedos: “Mi sangre está cayendo por el mundo, /mi corazón os sueña en la ciudad eterna”. Hay una sensibilidad especial respecto de la soledad y el dolor humanos, que el poeta asume desde la disposición total del crucificado, que ya no es víctima inerte, sino obrador omnipotente para el que la cruz es trono, roca inexpugnable, altar salvador. Expresa, no sin un cierto deje apocalíptico, un alto contenido teológico lleno de esperanza salvífica por la que Cristo lleva la humanidad al Padre: “Vendrá como un torrente en las laderas / como un viento que agita copas verdes / abriendo todo el alma al gran amor del Padre”.

MATIUSSI, Fernando Raúl (Tucumán, Argentina): En el nombre del Hijo

Nos encontramos con poemas vigorosos y acerados, en los que el hablante lírico muestra una lúcida conciencia viadora, de desamparo. Hay una armonía entre la vivencia interior, atribulada, y la forma poética, sin concesiones esteticistas. Pero el poeta no se deja vencer por la inclemencia vital y no mira hacia atrás: avanza con energía por la senda purificativa, seguro del poder de la súplica y la plegaria. El poemario representa muy bien la experiencia trinitaria expresada a lo largo de los versos. Vemos la ausencia del Padre con la esperanza de tenerle plenamente: “La ausencia no puede vencer / a la esperanza de que retornaremos, / a tu Casa, el día que tenemos señalado”. Para ello, Cristo nos deja la apoteosis del don de la redención: “Entregas tu sangre, / para que la redención / opere su esencia”. Pero todo es actuado maravillosamente por la acción del Espíritu Santo: “El Espíritu todo lo transforma en nuevo. / Hemos sido vencidos / por el estilete del amor / y el regocijo”.

SÁNCHEZ ROBLES, Miguel (Murcia, España): Santa tristeza

Los poemas de este libro están escritos a modo de variaciones sobre un tema dominante: la congoja de la vida. El poeta atrapa en los gestos propios y ajenos lo que de efímero y banal hay en la vida humana, signada por la muerte. También saborea momentos de consuelo gozoso, marcados por la confianza filial. El tono general es crepuscular y elegíaco, acompañado por retazos de diálogo místico con el Padre: “Amarte es todo, solo vivimos para eso”. Se perciben en el autor ecos de Otero o de Vallejo e incluso de la añoranza divina que marcó a muchos de nuestros poetas, sobre todo de los años 50: “Padre, / algunas veces lloro de nostalgia suavísima y extraña / como si un hálito tuyo se estuviese secando entre mis manos”. Resalta la necesidad de volver a la infancia, recurso de muchos poetas, para verlo con ojos sencillos desde el Padre y hallar el sentido de la vida: “Siento que todo ha sido un sueño equivocado, / y que las estrellas no tienen sentido. / Por eso necesito, mirarlo todo de nuevo, Padre, / con los ojos ardiendo de la infancia”.

La salvadoreña Carmen González Huguet - Ganadora del XXXVII Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística