Pensamiento
La persona humana tiene, por tanto, dos elementos: creado, el espíritu por el que el hombre posee una abierta naturaleza creada; increado, la divina presencia constitutiva por el que el hombre posee una abierta deidad increada. Esta genética apertura es el fundamento de una mística relación, comunicación extática, del ser humano con el Sujeto Absoluto que, a su vez, es la forma genética de comunicación con los otros seres humanos y, en general, con toda la creación.
La divina presencia constitutiva consiste, finalmente, en el datum intrínsecamente constitutivo, patrimonio genético de la persona humana, que detenta las siguientes funciones: dar carácter personal al espíritu humano; proveer el disposicional genético a la libertad; presentarse a la inteligencia como «ley del conocimiento»; proporcionar la forma del querer a la voluntad; otorgar al espíritu humano la enérgeia, la energía extática, que lo pone en comunicación inmediata con el sujeto absoluto y con sus semejantes. La energía extática o acto del espíritu es, por tanto, una acción teantrópica, esto es, la acción de Dios en el hombre con el hombre. Esta energía extática, constitutiva de la persona humana, es la potestas ontologica que se presenta en los dos niveles: general o fundante, la creencia, energía constitutiva por la que se forja –con la mediación de la diversidad de religiones, doctrinas y modos filosóficos de pensar– la tendencia unitiva hacia una Santísima Binidad que, por causa del pecado original, se presenta abscondita a nuestro herido inteligir; selectivo o transformante, la fe, energía cristológica que, elevando la creencia al orden de la gracia santificante, forja, inmediatamente, la unión del espíritu humano con la Santísima Trinidad en tal grado que nos hace mística u ontológica santísima trinidad de la divina o metafísica Santísima Trinidad en revelado y manifiesto grado.
El pensamiento cristiano ha echado en olvido, con introducción de foráneas filosofías identitáticas, el paradigma teantrópico establecido por Cristo, Verbo encarnado, que, con su afirmación «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6), genetiza, personalizándolos, el método seguro, la verdadera ciencia y el auténtico existir de un ser humano al que Él mismo confirma su extática deidad: «dioses sois» (Jn 10,34).
Esta revelación del homo mysticus por Cristo, siendo la más transcendente y sublime que sobre el hombre se ha dado en la historia del pensamiento, corrobora el enunciado ontológico: la persona humana, supuesto su elemento creado, es, a imagen y semejanza del éxtasis de amor de las personas divinas entre sí, mística u ontológica deidad extática de la divina o metafísica Deidad extática. La definición mística del hombre posee por teorema un imperativo moral: si el hombre es mística u ontológica deidad de la divina o metafísica Deidad, el hombre tiene el deber humano de ser mística deidad para el hombre porque el hombre tiene el derecho divino de ser mística deidad para Dios. Este es el supremo derecho y deber fundamental del que dimanan, lejos de todo versátil convencionalismo, todos los demás derechos y deberes del hombre. La petición de Cristo al Padre, «que todos sean uno como nosotros somos uno» (Jn 17,22), comprende este sentido genéticamente activo: «que todos los seres humanos se extasíen entre sí su místico amor como las personas divinas se extasían entre sí su divino amor». El éxtasis de amor de las personas divinas entre sí es, según F. Rielo, apoteosis absoluta de su ser, estar y existir. La esencia de la Santísima Trinidad, expresada por el theós agápe estín [«Dios es amor» 1 Jn 4,16], consiste en esta divina apoteosis del éxtasis de amor divino del que es imagen y semejanza el ser humano. Toda religión, toda ideología, todo actuar que intente instrumentalizar o deteriorar esta incondicionada y altísima dignidad en que consiste el ser humano, se colocan fuera de lo que es más propio, esto es, de la geneticidad personal, histórica y social de un hombre que camina en estado viador con sus hermanos hacia un destino común: el mejor de los mundos posibles.